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Sobreviviente de la tragedia de los Andes y deportista adaptado cruzan Los Andes – Superadaptados

El Cruce de la Cordillera, otra travesía exitosa

La adrenalina ya ha vuelto a sus niveles normales, tras el reparador descanso por el extenuante cruce de la Cordillera de los Andes a caballo.

Más de 90 kilómetros por paisajes de belleza conmovedora, de vientos feroces y ríos de deshielo que parecían querer voltearnos de las monturas.

No fue fácil, más bien diría que resultó agotador. Pero el saldo es altamente positivo.

En primer lugar, pude concretar el desafío que me había propuesto: ser el primer hombre de mi condición en cruzar los Andes a caballo. Otro límite vencido.

Junto a Gustavo Zerbino, también pudimos demostrar que muchas de las barreras que nos imponemos están solamente en nuestras mentes y que nada más satisfactorio que vencerlas, derribarlas…

El pueblo chileno –solidario, hospitalario y agradecido- así lo vivenció. Nadie me peguntó cuál era la causa de mi discapacidad, sino que todos ya están soñando con el próximo desafío. Y eso demuestra que comienza a vislumbrarse un cambio de conciencia respecto al tema.

Todos pusieron el foco en que habíamos derrotado otro límite y se miraron a sí mismos, en una clara autocrítica acerca de que muchas veces nos dejamos vencer por contingencias superables.

Hace un año fui a caballo a recorrer el Valle de las Lágrimas y ahora he podido cruzar las inmensidades andinas acompañado por Zerbino.

Ha sido un gran privilegio de la vida, de algún modo fue cerrar el círculo del Milagro de los Andes. He conocido el lugar donde estuvieron los sobrevivientes uruguayos y he recorrido las montañas que los cobijaron con extrema crudeza junto a uno de los que volvieron a nacer hace 45 años.

En el viaje hubo momentos que jamás olvidaré.

Llegar montado a caballo al límite entre Argentina y Chile fue conmovedor. Se me llenó el corazón de Patria! Pararme junto a la escultura que simboliza la unión de los dos pueblos y hacer ondear la bandera nacional resultó conmovedor.

El ingreso del grupo a Termas del Flaco, con los vecinos del pueblo aplaudiendo y enarbolando decenas de banderas chilenas fue otro instante mágico. Sintetizó el reconocimiento a nuestro esfuerzo y el tributo a Zerbino y demás sobrevivientes, cuyo milagro puso el nombre de ese pequeño poblado en la conciencia mundial.

La colocación de la placa recordatoria del Milagro de los Andes en Maitenes, rodeado de vecinos, fue otro eslabón de esta larga cadena de sucesos maravillosos. Inmersos en un paisaje inigualable, recordamos a los fallecidos y a los sobrevivientes en el sitio mismo donde aterrizaron los helicópteros de rescate.

El almuerzo compartido en la casa del arriero Sergio Catalán quedará impreso para siempre en mi memoria. A sus 90 años, tembloroso pero lúcido en sus conceptos, el hombre –héroe en Chile- aún recuerda claramente cuando auxilió a Fernando Parrado y Roberto Canessa hace 45 años.

Humilde, sostuvo que sólo cumplió con su deber, como ser humano, padre y cristiano. Un paradigma que si todos lo pusiéramos en práctica haría que el mundo fuera mucho mejor.

Euforia, largos silencios y reflexiones individuales se entremezclaron en cada momento.

Vibramos con la alegría chilena, contemplamos la montaña y seguramente crecimos como personas.

Me siento muy privilegiado y afortunado, porque todo transcurrió sin contratiempos y en un marco de camaradería fantástica.

Quiero agradecer muy especialmente a Gustavo, con quien compartí largas y enriquecedoras charlas. Es un hombre que transmite sabiduría y hombría de bien, y que me ha hecho reír muchísimo con sus ocurrencias en las alturas.

Párrafo aparte también merece el equipo con el que concretamos la travesía. Todos se complementaron fantásticamente para que nada rompiera el equilibrio. Juan, mi hijo, un compañero de acero; José Luis Vázquez (Patoruzú), siempre atento a mis requerimientos; Carlos Marcó, periodista; Silvio Marchegiani, gran médico; Ruben Blanda, un trabajador de la causa; Gerardo Merello, un fotógrafo apasionado como pocos, y el guía Juan Isidro Ulloa Ramos, que otra vez demostró su pericia en la cordillera. Todos con un comúnn denominador, grandes amigos! Ellos lograron con su esfuerzo que la travesía fuera un éxito.

Insisto, me siento privilegiado y ya estoy soñando con el próximo desafío!!!!

Gracias a la vida!!!

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